Maria Rosario ante el viacrusis

Te vi arrastrar con el peso de la cruz, ¡ Grite ¡


Quise lamer tus heridas para calmar tu dolor, el cielo no respondía, mis alaridos confundidos con lamentos, con barullos , con el ladrido del perro negro que gruñía y festejaba burlón confundido en la jauría, me arrastre en la multitud, quise calmar tu sed, me ofusque, me ofendí, me azote en el fango, en el polvo, en las piedras, en las lozas, en el zacate seco y aplastado por las pisadas de mil sandalias, jure entregar mi vida a cambio de la tuya ¿ Donde estaban mis santos, a donde mis plegarias ? palabras muertas si en los hechos no puedo quitarte la pena, la vergüenza, el dolor, a donde el ejercito glorioso de mis santos, blasfeme hasta asegurarme el camino directo al infierno, de que valen todos ellos si  mi rey, si tu mi rey, si tu mi guía, si tu guía, si tu a mi nuestra, toda inspiración ¡ blasfemé ¡ contra todo, contra todos, porque tú, a donde quise gritar, pero sólo alcance a gemir, ¿ a donde ? está el párroco de los domingos, ¿ A donde el sacerdote de las tardes ?, ¿ A donde el presbítero de la misa de gallo ?, ¿ A donde el obispo de la fiestas de tantos patronos? , de que sirven si nada, nadie, te levanta, te soba, te consuela, ¿ Porque, mi Dios ? no hice nada.

Caí rendida, aplastada, abatida, manchada de tierra, de lodo, de excremento, de toda la más grande variedad de inmundicias que a su paso la manada de ciegos, escupían, y en su trote frotaban groseros mis carnes, sin faltar quien me restregó su sexo y limpio su apestoso sudor en mis piernas y en mis pechos, quien oso entre aquel aquelarre besar mi cuello y tomar mis bultos, y despertar la lujuria bestial de aquel ejercito del averno, que fuerzas yo para gritar cuando me arrastraron si había vaciado en su totalidad el baul  de mis gritos y lamentos cuando te vi penar, que fuerzas tenía yo ante aquellos desgraciados , que en un lapso igual a lo que dura un amen, deshicieron mis ropajes siguiendo el ejemplo los otros demonios  y yo solo escuchaba el tronido;de todas las pisadas que en jolgorio, regocijadas, se abalanzaban sobre mis carnes inertes, me levante vacía de anhelos y llenas en cada poro de la rabia que da la impotencia del querer dar todo y no haber dado nada, cuanto duele la sangre, cuando hierve en la entrañas, buscando salir a gritos…

Comentarios

carlos carreola ha dicho que…
cuanta virtud se haya escondida en los anhelos malditos, si las estrofas solo se guían bajo las pautas de las lineas ágatas.

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